Las personas que suelen viajar en avión saben muy bien lo cansados que son los trayectos largos. No obstante, estos viajes pueden resultar mucho más agradables de lo que podrías pensar. Claro está, para ello habría que viajar en primera clase o en prémium. Los baños privados, los platos deliciosos y los sillones reclinables son solo algunas de las comodidades que ofrecen los billetes de primera clase.
Un lujo de altos vuelos
Mucha gente piensa que la primera clase y la clase prémium están reservadas solo para los más adinerados. Alguno incluso afirmará que solo viajan así los famosos, los deportistas de éxito y los ricos. Sí es verdad que comprar un billete en una clase superior sale bastante más caro. Sin embargo, es un precio bien merecido por el nivel de confort que consigues. Lógicamente no todo el mundo se puede permitir este placer, pero hay personas que no tienen problemas en pedir créditos para probar una pizca de ese lujo de altos vuelos.
Incluso los trayectos cortos en clases primera y prémium son un placer absoluto. Si viajas en primera, te servirán bebidas —alcohólicas incluidas— y picatostes gratis. En los trayectos más largos, también te servirán unos platos exquisitos. Podrás elegir entre varias propuestas de un menú completo, a menudo con delicias de distintas partes del mundo.
¿De qué lujos puedes disfrutar viajando en primera clase?
No acaba la cosa con las comidas variadas y deliciosas. La mayoría de aerolíneas ofrecen a sus pasajeros de primera clase unos sillones comodísimos, modernos y reclinables que permiten descansar tranquilamente por mucho que dure el vuelo.
Además, al haber más distancia entre filas, los pasajeros y los asistentes de vuelo pueden moverse cómodamente por el interior del avión. A veces, los pasajeros tienen a su disposición un bar en cabina con distintos cócteles y refrigerios.
La clave está en los detalles, y no es distinto cuando se trata de viajar en clases de lujo. A menudo, los pasajeros pueden contar con una copa de bienvenida a bordo, un surtido variado de música y películas, tentempiés de todo tipo, subida a bordo prioritaria, enchufes y una decoración de lujo.
Un vuelo largo no tiene que ser cansado
Especialmente si viajas en avión con frecuencia, debes considerar cambiar la clase de tu billete por una más alta. Por desgracia, la clase económica no tiene mucho que ofrecer, y las horas que te pases en el avión pueden ser agotadoras. Entre que falta hueco para las piernas, la comida es terrible y te pueden tocar pasajeros pesados al lado, el trayecto puede acabar siendo agotador. La clase económica puede ser una elección sensata solo si el trayecto es corto.
Si sueles hacer viajes intercontinentales, considera seriamente viajar en clases superiores. Se dice que cualquiera que haya disfrutado alguna vez de los privilegios de la clase business nunca querrá volver a la económica. La diferencia se ve a simple vista: la comida se sirve en platos de porcelana y no de plástico, hay una amplia gama de comida para elegir, los asientos son anchos y extensibles… Esto es lo normal en las clases superiores. En los vuelos largos, todas estas comodidades se tornan fundamentales.